San Jerónimo modelo de estudiante y educador

San Jerónimo (Jero = sagrado. Nomos = nombre) nació en Dalmacia (actual Croacia) en el año 342. Sus padres tenían buena posición económica, y así pudieron enviarlo a estudiar a Roma. En Roma estudió latín llegando a ser un gran latinista y muy buen conocedor del griego y de otros idiomas. Estuvo en el desierto, vuelto a la ciudad, el Papa San Dámaso, lo nombró su secretario, encargado de redactar las cartas que el Pontífice enviaba, y más tarde le encomendó hacer la traducción de la S. Biblia. Las traducciones de la Biblia que existían en ese tiempo tenían muchas imperfecciones de lenguaje y varias imprecisiones o traducciones no muy exactas. Jerónimo, que escribía con gran elegancia el latín, tradujo a este idioma toda la S. Biblia, y esa traducción llamada "Vulgata" (o traducción hecha para el pueblo o vulgo) fue la Biblia oficial para la Iglesia Católica durante 15 siglos. Únicamente en los últimos años ha sido reemplazada por traducciones más modernas y más exactas, como por ej. La Biblia de Jerusalén y otras. Sus últimos 35 años los pasó San Jerónimo en una gruta, junto a la Cueva de Belén. La Santa Iglesia Católica ha reconocido siempre a San Jerónimo como un hombre elegido por Dios para explicar y hacer entender mejor la S. Biblia. Por eso ha sido nombrado Patrono de todos los que en el mundo se dedican a hacer entender y amar más las Sagradas Escrituras. El 30 de septiembre del año 420 entregó su alma a Dios para ir a recibir el premio de sus fatigas. Se acercaba ya a los 80 años. San Jerónimo es modelo de estudiante y de educador y nos recuerda que en la Sagrada Biblia podemos encontrar la respuesta a los interrogantes de la vida.

Conocerse a uno mismo

Para poder educar hay que conocerse a uno mismo. Nadie da lo que no tiene. En el Templo de Delfos aparecía el aforismo que a muchos filósofos hizo pensar: "Conócete a ti mismo". Tales de Mileto en el siglo VI a.C. dirá: "La cosa más difícil del mundo es conocerse a uno mismo". Conocerse a uno mismo es un primer e importante paso para lograr ser artífice de la propia vida. Para conocerse hay que observar el comportamiento propio y ajeno. Saber lo que realmente nos pasa y por qué nos pasa, y así comprender mejor a los demás. Conocerse bien no lleva a encerrarse en la propia subjetividad, sino a verse a uno mismo con toda la objetividad posible. Para ello hay que reflexionar valientemente sobre nuestros sentimientos, evitar el echar la culpa a los demás, o el decir: yo soy así, no puedo cambiar. Aceptarnos como somos, con nuestra historia y aceptar a los demás.
Y sobretodo procurar ver las cosas buenas de los demás, que siempre las hay, y aprender de ellas. Cuando veamos defectos en los demás, pensar si no hay esos mismos defectos en nuestra vida, y procurar corregirlos. En suma, sabernos amados de Dios capaces de amar.

¿Un agnóstico puede practicar la virtud?

La virtud es la disposición habitual y firme en hacer el bien. Distingamos entre virtudes naturales (honestidad, sinceridad, generosidad...) y teologales (FE, ESPERANZA, CARIDAD). Las virtudes teologales exigen la gracia especial de Dios, en este sentido una persona que no está en gracia no puede vivirlas, aunque pueda tenerlas como un "valor".
En cambio las virtudes naturales, pueden ser vividas por todos los hombres. Por su misma naturaleza, cualquier persona puede vivir virtuosamente, aun sin hacer una referencia directa a Dios. Aristóteles, con el sólo uso de su razón, fue capaz de llegar a descubrir el valor de la virtud y a explicar el camino para ser virtuoso: la educación.
En sentido pleno, no se entiende a la creatura sin su Creador, ni se puede hacer el bien sin la gracia de Dios.
Durante la Revolución Francesa, se quiso "obligar" a los ciudadanos a dar "valor" a "la religión laica de la diosa razón", y a vivir la "fe laica". El fracaso fue estrepitoso. Hoy en día me pregunto, si no está pasando algo parecido.

Las Virtudes Cardinales (I) La Prudencia

De todas las virtudes, hay cuatro que desempeñan un papel fundamental. Por eso se las llama ‘cardinales’; todas las demás se agrupan en torno a ellas. Estas son la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza.
‘¿Amas la justicia? Las virtudes son el fruto de sus esfuerzos, pues ella enseña la templanza y la prudencia, la justicia y la fortaleza’ (Sb 8, 7). Bajo otros nombres, estas virtudes son alabadas en numerosos pasajes de la Escritura. La prudencia es la virtud que dispone la razón práctica a discernir en toda circunstancia nuestro verdadero bien y a elegir los medios rectos para realizarlo. ‘El hombre cauto medita sus pasos’ (Pr 14, 15). ‘Sed sensatos y sobrios para daros a la oración’ (1 Pe 4, 7).
La prudencia es la ‘regla recta de la acción’, escribe santo Tomás (s. th. 2-2, 47, 2), siguiendo a Aristóteles. No se confunde ni con la timidez o el temor, ni con la doblez o la disimulación. Es llamada ‘auriga virtutum’: conduce las otras virtudes indicándoles regla y medida.
Es la prudencia quien guía directamente el juicio de conciencia. El hombre prudente decide y ordena su conducta según este juicio. Gracias a esta virtud aplicamos sin error los principios morales a los casos particulares y superamos las dudas sobre el bien que debemos hacer y el mal que debemos evitar.
En educación es fundamental la prudencia. El educador debe ser prudente y formar en la prudencia, que recordemos no es el "tener cuidado, no meterse en líos...". Al contrario, una persona prudente debe ser audaz, valiente para defender la Verdad y adherirse al Bien.
Para saber más leer el Catecismo de la Iglesia Católica

¿Educación para la Ciudadanía?

Por su interés reproducimos un extracto de la entrevista de la Revista Buenanueva a Don Juan Antonio Perteguer Muñoz, Director del Colegio Monte Tabor de Madrid (España) acerca de la polémica asignatura de Educación para la Ciudadanía (EPC).
BN - El Colegio Monte Tabor ha presentado objeción de conciencia ante la EPC, ¿qué habéis encontrado en esta asignatura que os ha llevado a tomar estas medidas? J.A. Perteguer - La LOE y en concreto la EPC, pretende apropiarse del derecho fundamental de los padres a educar a sus hijos de acuerdo a sus propias creencias y convicciones morales, y eso es algo que no podemos permitir.
BN -¿Quiénes objetan, los padres o los profesores? J.A. Perteguer - Los padres, son los que tienen el derecho fundamental a la educación de sus hijos, por ello la objeción de conciencia la han presentado los padres (más del 70%), y los alumnos mayores de dieciséis años (el 90 %). El claustro de profesores ha firmado un manifiesto a favor de la libertad de los padres, y la Dirección del centro manifiesta que hará todo lo posible para garantizar el derecho de los padres a la objeción de conciencia.
BN - ¿Se entromete la EPC en el derecho de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones morales? J.A. Perteguer - Totalmente. Tanto en la exposición preliminar, como en los procedimientos y estrategias de la EPC se incluye expresamente la formación moral de los alumnos al margen de la familia. A título de ejemplo, se insiste varias veces, en que el criterio ético y moral que deben seguir nuestros alumnos es el legal. Si la ley dice que el aborto es legal en determinadas circunstancias, pues es algo éticamente bueno en esas circunstancias. Si la ley actual dice que el matrimonio es la unión de un alguien con otro alguien por un tiempo más o menos corto, nuestros hijos deben aceptar como moralmente bueno esa realidad, aunque entre en clara contradicción con el derecho natural y con sus convicciones religiosas.
BN - ¿Es la Educación para la Ciudadanía un medio ideologizador de la infancia y por tanto manipulador de la sociedad naciente en la nueva generación?¿ por qué quieren manipular a la infancia? J.A. Perteguer - Así es. El objetivo claramente manifestado en la EPC es implantar una nueva ética, una nueva moral, para formar un nuevo “ciudadano”, que relegue lo religioso a la intimidad, y que actúe en sociedad de acuerdo a los “valores y prácticas democráticas”, donde la verdad y el bien las determinan los gobiernos de turno. El Cardenal Cañizares ha advertido que éste es el camino para el totalitarismo. Los políticos que han aprobado la LOE pretenden formar ciudadanos “acríticos” y dóciles al poder establecido.
BN - ¿Le parece que esta manera de imponer una ideología se puede considerar democracia y libertad? J.A. Perteguer - Juan Pablo II nos recordaba que la auténtica democracia debe estar subordinada a la Verdad y el Bien. Verdad y Bien, que emanan de Dios, y que se manifiestan en el derecho natural y en la conciencia bien formada de cada uno de nosotros. La LOE y la asignatura de Educación Para la Ciudadanía no respetan la libertad de los padres, y utilizando un lenguaje “democrático” esconden una ideología totalitaria. No está de más recordar que Hitler llegó al poder en Alemania de forma democrática y mediante esa democracia que no respetaba la Verdad y el Bien, impuso uno de los totalitarismos más feroces de la Historia, sólo superado por el Comunismo.
BN - EPC ataca fundamentalmente los valores cristianos, y es contraria a ellos en puntos fundamentales ¿Le parece que los valores cristianos, los cuales giran en torno al amor a todos los hombres son perjudiciales para la sociedad y para ser un buen ciudadano? J.A. Perteguer - Tanto amo Dios al mundo, que envió a su Hijo, Jesucristo, para salvarnos. Este amor cercano, apasionado de Dios a cada uno de nosotros, ha transformado la Historia. En Jesucristo hemos pasado de la ley del talión a la ley del Amor. Es absurdo pretender formar buenos ciudadanos al margen de Cristo. Son muy actuales las palabras de San Agustín al Emperador romano: “deja que la Iglesia forme buenos cristianos y tendrás buenos ciudadanos”.
Ver entrevista completa en Revista Buenanueva

Educar en la virtud

Santo Tomás dice que educar es "la promoción y conducción de la prole al estado perfecto del hombre en cuanto hombre, que es el estado de la virtud".
¿Qué es la virtud? Es una disposición habitual y firme a hacer el bien. Permite a la persona no sólo realizar actos buenos, sino dar lo mejor de sí misma. Con todas sus fuerzas sensibles y espirituales, la persona virtuosa tiende hacia el bien, lo busca y lo elige a través de acciones concretas.
Esa es nuestra labor como padres, como educadores, educar en la virtud. Más adelante iremos viendo las distintas virtudes, y cómo trabajarlas. Ahora vamos a centrarnos en las diferentes deficiciones que se han dado de virtud:
La virtud es un hábito operativo bueno.

La virtud es una buena cualidad de la mente, por la que rectamente se vive, de la cual nadie hace mal uso, y que Dios produce en nosotros sin nosotros. (San Agustín)

  • La virtud es un hábito electivo, que consiste en un término medio, relativo a cada cual, determinado por la razón y que es aquel que elegiría el hombre prudente. (Aristóteles)

Y no olvidemos que no es uno virtuoso porque haga obras virtuosas, sino que hace obras virtuosas porque es virtuoso. Por todo lo anterior vemos, que si no educamos en la virtud, no educamos, quizás instruímos, amaestramos, socializamos, pero NO EDUCAMOS. Recomendamos leer "La Educación Cristiana" de Antonio Amado. Ed. Balmes